Desde el dolor que nos ha
producido la pérdida de Pablo Julio, al que lloramos desconsoladamente, su
padre Pablo, su hermano Jesús, su novia Clara, su abuela, sus primos, el resto
de la familia, su murga La
Caidita, sus amigos y allegados y yo misma, queremos
agradecer las numerosas muestras de cariño y apoyo en estos duros momentos que
estamos atravesando.
Desde que comenzara esta
pesadilla, justo después de su trigésimo cumpleaños, han sido infinidad los
mensajes y llamadas que hemos recibido, principalmente él. Aunque lo intentaba,
a veces no podía o no se sentía con fuerzas para responderos a todos. Gracias
de corazón.
Gracias también a todo el
equipo médico del Hospital Infanta Cristina. Sabemos que se ha hecho todo lo
posible para intentar su recuperación y, cuando ya no había más remedio, para
que no sufriera lo más mínimo.
Gracias a los que desde redes
sociales y los comentarios del HOY digital habéis recordado a Pablo Julio. Nos
habéis llenado de orgullo por él, por su forma de ser, por la educación que
recibió y por la manera que tenía de convertir en arte la cantidad de cosas que
le pasaban por la cabeza. Gracias también a los profesionales de los medios de
comunicación que habéis cubierto la noticia. Por el cariño que habéis puesto,
que era el mismo que os tenía a vosotros, ya que con algunos ha compartido
muchos momentos porque os conocía personalmente, y con otros ha permanecido
informado de lo que pasaba en su querida Badajoz. Gracias a los que guardasteis
un minuto de silencio en su memoria en el Nuevo Vivero y gracias al propio CD
Badajoz por el detalle.
Gracias a los que hicisteis
rebosar la Parroquia
de Santo Domingo en su funeral. Y a los que pasasteis por el Tanatorio para
acompañarnos en esas interminables horas. Gracias por el estremecedor aplauso
que brindasteis a Pablo cuando lo despedimos en la puerta de la iglesia.
Gracias a murgueros y carnavaleros en general, a compañeros de trabajo, a
vecinos, a conocidos. A los que mandasteis flores, a los que nos disteis un
abrazo, a los que llorasteis por él. Gracias con toda el alma.
Gracias también a los que no
pudisteis estar porque estabais fuera o porque no os enterasteis y ahora nos
estáis llamando. Pronto volveremos a recordarlo en una eucaristía y allí
compartiremos nuestro dolor. Gracias a las Hermanas del Convento de Nuestra
Señora de la Merced,
las monjitas de las Descalzas, que no han parado de rezar por su recuperación y
después por su alma. Gracias a todo el que ha elevado a Dios una oración por
él.
Pablo Julio adoraba esta, su
ciudad. Sentía su pulso que le hacía vivir. Las calles de Badajoz eran sus
venas, el Carnaval su risa, la
Semana Santa sus lágrimas y la gente, sus paisanos, su
corazón. El Señor lo tiene ahora mismo en su Gloria y la Virgen de la Soledad le consuela por no
poder estar físicamente en Badajoz. ¡Gracias, Badajoz!
Soledad Miranda Lledó